Como si de un cuento de hadas se tratara, ‘El Jardín de la Máquina’ nos hace sentir personajes de ficción por un día, lleno de rincones mágicos, recovecos y salones, nos abre la puerta a un espacio en el que a parte de comer bien, lo que nos rodea es algo que también se saborea, con la mente. Un patio con una parra hace de preámbulo a una recepción que recuerda a un cortijo extremeño desde el cual se puede acceder a los diferentes espacios, el invernadero, varios salones privados, una bodega que quita el habla y por último una terraza espectacular a modo de porche del jardín propiamente dicho.

El jardín, que da nombre a la casa, es una de las zonas más especiales, está presidido por un lago, rodeado de olivos y cabañas dispuestas donde tomar unas copas tranquilamente. Y una zona de penínsulas de madera sobre el lago que sin duda serán una de las zonas más deseadas para cenar de manera más íntima.

‘El Jardín de la Máquina’, ha sido creado y diseñado por el estudio de interiorismo Cousi, con la intención de regresar al origen, una casa familiar de veraneo. Con materiales naturales y elementos comprados en mercadillos de antigüedades de Europa, huye de estridencias y reinventa objetos clásicos del campo como elementos principales de la decoración. Cuidado hasta el más mínimo detalle, juega con el punto fuerte de invadirlo todo de vegetación, tonos tostados, blancos y verdes que generan un juego visual muy acertado y completo que embriaga todo el ambiente y hace que sentirse relajado sea casi una obligación.

La oferta gastronómica sigue la evolución natural del resto del grupo, centrándose en un producto de excelente calidad y tratado con la mayor delicadeza posible. Como siempre destacan los mariscos y arroces, las carnes y pescados, pero llama especialmente la atención innovaciones como las patatas bravas (grandes bastones hojaldrados), un canelón XXL presentado en un plato a la altura, o el rabo de buey (recientemente añadido a la carta)

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